Sus cabellos de azabache,
se mecen con la brisa.
En el oscuro velo de la noche,
se enmarca, calma, su sonrisa.
Al ver su profunda mirada perdida
en el majestuoso mar,
me pregunto, en sus brazos, rendida,
si acaso soñará con amar.
El aroma de su piel,
como a cuero gastado y clavel,
embriaga mis sentidos,
y despierta sueños escondidos.
¡Que no diera yo por ser dueña de sus sonrisas!
¡Que no diera yo por vivir entre sus caricias!
¡Que no diera yo por inspirar los acordes de tu melodía!
¡Que no diera yo por ser la guía de tu voz!
Que no diera yo...
Que no diera yo por un poco más de valor.
se mecen con la brisa.
En el oscuro velo de la noche,
se enmarca, calma, su sonrisa.
Al ver su profunda mirada perdida
en el majestuoso mar,
me pregunto, en sus brazos, rendida,
si acaso soñará con amar.
El aroma de su piel,
como a cuero gastado y clavel,
embriaga mis sentidos,
y despierta sueños escondidos.
¡Que no diera yo por ser dueña de sus sonrisas!
¡Que no diera yo por vivir entre sus caricias!
¡Que no diera yo por inspirar los acordes de tu melodía!
¡Que no diera yo por ser la guía de tu voz!
Que no diera yo...
Que no diera yo por un poco más de valor.
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