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*..*Las imágenes que uso las he tomado de Deviantart. Muchísimas gracias a los respectivos artistas.*..*

"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
~Jean Paul Sartre.

domingo, 23 de marzo de 2014

16 de Agosto



El calor ha dejado de ser asfixiante. Creo que me he quemado suficiente para que mi piel ya no se resienta con el roce de sus dedos.
Siempre le he tenido miedo a los mensajeros, jamás he podido confiar en ellos, y él me ha enviado demasiados para pedirme que me marche y deje al árbol en paz de una buena vez. Lo han intentado todo, pero yo sigo aquí, echada en la hierba un tanto seca y usando las raíces como almohada.
Pensé que ya no me quedaba nada, ni un sólo atisbo de esperanza, ni una sola Luna que ver salir todas las noches, porque parecía que la noche se hubiera extinguido. No tengo una idea concreta de por cuántos días ha sido de día, sólo sé que mi retina se ha quemado por completo y, a pesar de que sigo viendo el Sol (he aprendido a maldecirlo por ello), no puedo ver nada más aunque me obligue a mantener los párpados abiertos con las yemas de mis dedos.
Sin embargo, aún puedo escuchar las hojas que se mecen con el viento que continúa soplando sólo porque es verano, no porque quiera refrescar el dolor de nadie. También estoy segura de que en aquella radio vieja sigue sonando un tango oxidado y que, una vez que la nieve hubo dejado de caer, los dependientes volvieron a abrir sus pequeños locales y comenzaron a moler nuevamente café.

Mi gorrito de lana y mis guantes los perdí hace demasiado tiempo, porque decidí entregárselos a alguien a que creí podía echarlos más en falta, así como un par de rizos de mi cabello y una que otra peca que se han desprendido de mis mejillas, porque hace mucho que mis lágrimas se han convertido en más sal que agua.
Sin embargo, no me marcho, a pesar de que me sienta lejos del café recién molido y de las canciones que suenan a pocos metros de distancia. No me marcho porque hace tan sólo un par de soles, se me ha acercado un niño con los bolsillos desbordantes de ruidosas envolturas de mentas transparentes, me ha dado un beso en la mejilla y ha vuelto a poner en su sitio el par de pecas extraviadas.

domingo, 16 de marzo de 2014

No te vayas Martina... Porque aprendí a montar en bicicleta



No te vayas, Martina, no te vayas,
porque en esta eternidad de tres días, he aprendido que los duraznos saben mejor si son robados en lugar de comprados y que detenerse puede significar mucho más que seguir andando.

No te vayas, Martina, no te vayas,
porque he comprendido que se me hace más difícil girar hacia la derecha que hacia la izquierda, pero que al final da lo mismo porque sigo siendo tan torpe como la primera vez que nos vimos.

No te vayas,
porque por fin he comprendido que arrancar necesita apenas un pequeño impulso, que sólo hay que quitar el miedo, que lo verdaderamente complicado es detenerse.

No te vayas,
porque ahora sé que The Cure viene bien para cualquier ánimo en que te encuentres, así como Fito o el sonido de la lluvia cuando se estrella contra algo.

No te vayas, Martina, no te vayas,
porque contigo he comprendido que un moretón se exhibe con orgullo y no se oculta tras la tela; porque tu sonrisa es la que le da vuelta a las ruedas y tu compañía lo que hace que me olvide de lo poco que he vivido por no haberme lanzado antes colina abajo.

No te vayas, mi Martina,
porque en tres días he descubierto que las niñas se vuelven muy aburridas después de los doce y los niños luego de los quince.

No te vayas, Martina,
porque contigo, por fin he aprendido a andar en bicicleta.

Tinta con vida

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