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*..*Las imágenes que uso las he tomado de Deviantart. Muchísimas gracias a los respectivos artistas.*..*

"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
~Jean Paul Sartre.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Estado


Suena y hace eco la dulce y triste harmónica,
puedo escuchar el pálpito de mi corazón en mis orejas,
siento como si fuesen a exprimir mi cabeza.

Se doblan mis rodillas con la ya conocida tonada melancólica,
pasa, como un fantasma desvanecido, la imagen a la que te asemejas,
se nublan mis ojos con llanto y pierdo mi entereza.

Morder, llorar, golpear, patear, gritar, romper, ganar, perder.
Futuro y pasado, nulos y alterados.
Sueños olvidados, oscuros, encerrados.
Una luz tenue, rojiza, anhelante, llamándome.
Incertidumbre sinuosa, enferma, destrozándome.
Vivir, morir, soñar, caer, desaparecer, crecer, temer.

Cuando al fin se derrumban los muros,
cuando por fin la luz roza mis ojos...
Me retuerso, me acobardo, me ahogo en llanto.

¿Cómo no temer cuando los caminos son tan oscuros?
¿Cómo no temer cuando siento los sueños rotos?
¿Cómo no temer cuando a mi lado no estarás ya caminando?

Me repito que todo estará bien,
que todo es por su bien y por el mio también.
Pero la soledad...
La soledad es buena musa, pero no buena compañera.
Es demasiado silenciosa.

Locura


Escondites, agujeros, cuevas, callejones...
Todos tan oscuros pero tan seguros.
Encierran estados que no debiesen existir,
encierras los estados alterados de mi diario vivir.

Alicia juega a la cuerda,
Alicia juega a las palmas.
Alicia sueña despierta,
Alicia sueña con almas.

Despierta, hermosa, despierta,
camina, sigue mi sonrisa.
¿No escuchas mis mudos pasos?
¿No sientes mi indecible tacto?

Tú eres quien yo soy,
yo soy quien tú eres.
¿Qué más da?
Podemos ser ambas y respirar.
No temas al final,
que lo que ha de venir, vendrá.

No desparecerás,
jamás lo harás.
Sólo quedarás relegada a un oscuro lugar,
sólo quedarás escondida en el pasadizo de mi pensar.

Tú... ¡Hermosa, deliciosa, incontrolable, insaciable!
Tú... Que me obligas a ver y a enceguecer.
Tú... Tan perfecta e incorrecta.
¡Tú! ¡Locura subconsciente de mi temor latente!

sábado, 26 de septiembre de 2009

¡Que no diera!


Sus cabellos de azabache,
se mecen con la brisa.
En el oscuro velo de la noche,
se enmarca, calma, su sonrisa.

Al ver su profunda mirada perdida
en el majestuoso mar,
me pregunto, en sus brazos, rendida,
si acaso soñará con amar.

El aroma de su piel,
como a cuero gastado y clavel,
embriaga mis sentidos,
y despierta sueños escondidos.

¡Que no diera yo por ser dueña de sus sonrisas!
¡Que no diera yo por vivir entre sus caricias!
¡Que no diera yo por inspirar los acordes de tu melodía!
¡Que no diera yo por ser la guía de tu voz!
Que no diera yo...
Que no diera yo por un poco más de valor.

domingo, 20 de septiembre de 2009

En memoria, para ti


Nos acostumbramos a ver sus rostros todos los días, o por lo menos sabemos que van a estar ahí cuando los busquemos... Nos acostumbramos a escuchar sus voces al otro lado de la línea, y a abrazarlos cuando los saludamos.
Nos acostumbramos a tener su calor tan cerca, que cuando se van... Es como si nos arrancasen un pedazo del alma.
Nos desgarramos por dentro.
Sangramos internamente hasta ahogarnos en aquella muerte carmesí.
Nos sentimos desfallecer y que nuestra alma queda a la deriva.

La tristeza se convierte en nuestra dueña, y la melancolía es lo único que nos sostiene. Los lamentos se hacen interminables y alzamos las voces al cielo, pidiendo una respuesta, gritando "¡¿Por qué?!", nadie nos preguntó si estaríamos bien si se escaban de nuestra vida, nadie nos preguntó si sobreviviríamos un segundo más ante aquel vacío, nadie nos dió la mano para evitar que nos deslizáramos por aquel vacío dejado por aquella calidez que antes era nuestra compañía.
Recordamos la tibieza de sus brazos, sus sonrisas tan amables, sus fuertes manos, su constante preocupación por nuestro binestar, sus ojos brillantes y su impresionante capacidad para soportar las dificultades y continuar teniendo en cuenta a todos los que los rodeaban.

Pero... Las cosas ya no marchan más, y puedo asegurarte que llegará un momento donde alzarás la vista al cielo y no gritarás... Lo que harás será susurrar, suspirar y pedir para que se encuentre bien, para que al lugar donde halla ido, sea más tranquilo, más feliz, que sea perfecto para ella...
Llegará un momento en el que así como lo ví yo a él frente un piano tocando hermosas melodías y sentado en una habitación escuchando tangos y tomando ron; la verás a ella sonriente, cuidando de ti, abrazándote, velando por todos los que ella quiso, cocinando tal vez, o tejiendo quizás.
Llegará un momento en el que escuches su voz que te diga: "Estoy bien, estoy feliz, sé feliz por mi... Que di mucho para que así fuese." Y lo harás. Cumplirás con su deseo, porque te conosco, porque eres fuerte, porque sos vos.

Beto... Estoy a tu lado si me necesitas.
Te doy mis palabras si las buscas.
Si quieres mi silencio, me coseré la boca.
Si sólo quieres que desaparesca, eso haré.
Pero dame tu mano si te sientes caer.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Define


¿Nos convertimos en personas malvadas al realizar acciones catalogadas como malas? ¿O la única forma es que la maldad se apodere por completo de nuestros corazones?
Si mentimos y lo hacemos porque nuestro corazón anhela la felicidad... ¿Somos malos? ¿Cómo puede ser malo lo que nuestro corazón tanto busca?
Si robamos para hacer feliz a alguien que lo necesita más o para poder vivir... ¿Seremos viles ladronzuelos?
Si traicionamos y engañamos porque nuestro corazón dicta que es lo correcto... ¿Somos entonces terribles traidores?
Si matamos y lo hacemos por lealtad, para proteger a alguien o a nosotros mismos... ¿Nos convierte eso en infames asesinos?

"Con el crepúsculo, la superficie del lago se tiñó de plata. Lucrecia caminó hasta el pequeño embarcadero junto al que ella y sus hermanos solían nadar cuando eran niños. En su mente podía oir la voz de César: "No, Crecia, el agua es muy poco profunda." "No te preocupes, Crecia, yo cuidaré de ti." Y oyó la voz de César, muchos años depsués, cuando ambos ya habían renunciado a sus primeros sueños: "Si eso es lo que quieres, Crecia, te ayudaré." Y recordó lo que le había dicho la última vez que habían estado juntos: "Cuando muera, Crecia, tú debes vivir por mi." Y ella le había prometido que lo haría."

Fragmento de "Los Borgia" de Mario Puzzo.

lunes, 14 de septiembre de 2009

En honor a la fecha


Uno siempre se despierta desorientado, se levanta peresozamente y se dispone a cumplir las labores que establece el sol.
Hoy, como todos los días, sonó el despertador, lo atrasé 2 ó 3 veces y luego me levanté sin mucha coordinación: se fué al piso la cobija, el estuche de las gafas, golpeé sin querer la maleta del colegio, tropecé con un silla y finalmente llegué a la cosina a pesar de los borrosos obstáculos. Encendí la luz, que me dejó ciega por un momento, me serví el cereal y me lo comí aún medio dormida. Apagué la luz nuevamente, deshice mis pasos hasta mi habitación y me senté en la cama para tomar el celular y ver la hora real.
Junto a la hora, estaba la fecha, 14 de Septiembre.
El sueño se fué por completo pero seguí actuando como un zombi. La definición de zombi es bastante imprecisa y se le llama así a casi cualquier monstruo comecerebros. Pues bien, yo no era un monstruo comecerebros, pero en ese momento sentía como si mi cerebro hubiese desconectado las emociones. Estaba completamente estoica.
El día avanza y los recuerdos hacen mella en mi estoicismo. Es imposible mantener la máscara de porcelana cuando todo está impregnado del 14 de Septiembre de 2007.
Siempre he detestado tener que retirarme en mitad de algo. Pero me reconforta ese mundo de letras, versos y música que me espera más allá, o tal vez en la mismísima melancolía.
Aún así, con todo esto, con la fecha y la presencia, logro sofocar lo que antes hubiese sido una crisis. Ya son sólo recuerdos, no anhelos. Ya son sólo felicidades pasadas, nada que suceda ahora...
Además hay un par de estrellas tan profundas como el océano, y una sonrisa valiente que me guardan a su lado.
Sin embargo debo hacer honor a la fecha, porque se vivió y se aprendió mucho... Incluso si ya no queda nada, los recuerdos son valiosos, tanto los terribles como los hermosos. Valen. Vale la pena conservarlos.
Así que, en honor a la fecha, escribo.

domingo, 13 de septiembre de 2009

No es sólo un día más de la lista.


La lluvia cae gota a gota,
ella salta sonriente, entre charco y charco,
él sonríe y corre junto a ella.

La lluvia los empapa a ambos,
y las risasse extienden en la noche.
Ella está hecha de chocolate blanco, fresa y canela,
y antes de que la lluvia la arrastre, huyen juntos hacia la media luz.

-¿Aún estamos vivos? -. Pregunta él y ella mueve la cabeza afirmativamente.
Él deja escapar un suspiro de café y a pesar de todo, la toma entre sus brazos.
La noche se les escapa entre risas y abrazos de chocolate.

La mañana levanta la niebla sólo un par de centímetros del suelo. Arriba de la bruma, las copas de los árboles se mecen, serenas, con los primeros rayos de sol que traen esperanza.
Ella se acurruca como una niña entre aquel abrazo que la hace sentir tan segura, y él la sostiene con fuerza pero con ternura y le da un beso de café en su cabeza.
-¿Aún existimos? -. Pregunta él con preocupación.
Ella se alza y observa como el rocío cubre las plantas, como el viento frío colorea sus mejillas, como la niebla flota entre los troncos. Escucha como corre el agua entre las piedras, como cantan las hojas en lo más alto y como respira él junto a ella.
-Supongo que aún respiramos -, le asegura con franqueza y algo de decepción, pero antes de que él pudiera cerrar sus párpados con tristeza y cansancio, añade: -pero lo hacemos juntos -.
Él se alza también y se percata de todo lo que ella ya había percibido.
-No querría que fuese de otra manera -. Susurra y la besa.

martes, 8 de septiembre de 2009

Último aliento




Os lo ruego, por la poca vida que me queda, ¡Os lo ruego, fiel amigo!
Escucha mis palabras y entrégalas a ella, siempre tan hermosa, siempre tan sonriente.
¡Os lo ruego! Que no sea en vano mi último aliento.
Dile que me esperan las más sutiles alegrías a donde voy, dile que no derrame una sola de sus cristalinas lágrimas por su sonrosada e inocente mejilla. Dile que parto con la certeza de ver de nuevo sus oscuros y profundos ojos allá a donde vaya y que esa certeza es la que me impulsa a seguirle amanso.
Por favor, no olvides decirle que sus dorados cabellos son lo único que he anhelado cada noche para perderme en sus infinitos giros, y que su regazo es lo único que me ha concedido paz desde que descansé en él mi cabeza por vez primera.
No olvideis tampoco recordarle que la palidez de su piel es como la Luna en medio de un negro cielo, que alumbra mis noches con el anhelo de sentir su aroma nuevamente.
Dile también que sus rojos labios son como fresas que crecen en los más bellos campos, y que sus rizos se mecen como el trigo al atardecer.
Dile que deseo que sus delicadas manos me guíen en la oscuridad que tendré que recorrer en poco tiempo y que su gracioso andar preceda mis pasos en este próximo tormento. Dile que su melodiosa voz es como el canto de los ríos y los árboles y que su sonrisa opaca hasta al más blanco clavel.
Dile tambien, por favor, ¡Os lo ruego! Que suide su alma, porque es mi tesoro más preciado, que no se adelante a la muerte, pues parece perseguirnos; y si bien parto aquí, esta noche yo, en el campo de batalla; no debe ella seguir los rastros de sangre que ha dejado aquella lanza.
Dile a mi hermosa Lucrecia que mi espada es suya, y también lo es mi corazón. Dile a mi adorada hermana que a la hora de partir son sus besos y su voz los que calman mi dolor.

César.

Tinta con vida

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