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"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
~Jean Paul Sartre.

miércoles, 20 de enero de 2010

Zombies


La ciudad estaba llena de polvo y era translúcida.
Todo lo que había se veía extraño, ajeno a mi.
La atmósfera era tan densa que casi podía cortarse si alguien abriese los ojos... Pero estaba habitada por zombies, así que ese no era un problema.
Mis pasos retumbaban en la noche estática y el silencio acaparaba mi existencia.
El tiempo iba tan lento que parecía congelado, hasta las lágrimas eran frías.

Fue entonces cuando uno de esos zombies se me acercó corriendo y me sonrió.
Lentamente mi rostro se movió solo y pareció quebrarse... Sencillamente para devolverle la sonrisa a ese pequeño zombie.
"Mira mi varita mágica..." Sus palabras fueron lo primero que mis oídos lograron escuchar esa noche, que ya no era tan vacía.
Cuando me dio la espalda y regresó corriendo por donde había venido, el tiempo comenzó a moverse una vez más, se encendieron las luces, escuché las voces, sentí el viento, me sacudí el polvo.
Había sido yo el único zombie bajo la luna nueva.

8 pensamientos:

Anónimo dijo...

Te tengo una misión:

Un muy buen amigo alguna vez comenzó un cuento que nunca pudo finalizar. Ahora el cuento está en mis manos pero por desafortunadas circunstancias no puedo pedirle a mi amigo que termine de escribir su cuento.

La verdad es que no me atrevo a tocarlo.

Por eso pregunto a todo aquel a quien interese, ¿Serían capaces de darle un final?, ¿El final que hasta hoy no me ha sido posible ver?

(...)

Existió alguna vez un hombre muy humilde que no tenía nada y a nadie más en la vida mas que a si mismo, por ello un día decidió que no quería continuar sufriendo en su soledad y dolor y emprendió la tarea de diseñar el plan más adecuado para quitarse la vida.

En su amplia disertación acerca de como dejar de vivir, se dio cuenta de que en realidad no tenía una justificación válida para quitarse la vida, y en su desesperación, decidió caminar sin detenerse en búsqueda de su argumento.

Mientras se quejaba de su larga e infructuosa caminata no notó que acababa de tomar el camino equivocado, un camino que lo llevaría al enorme desierto en el que solo había un único Oasis.

Fue demasiado tarde cuando logro percatarse de su fatal error, y al no poder dar marcha atrás, continuó aún más resignado el camino hacia su muerte.

Pasaron varios días hasta que el hombre, rindiéndose porque ya no era capaz de continuar, se dejó caer en el suelo bajo el ardiente sol. Su espíritu se encontraba mal herido, ahora moriría de verdad y sin un argumento que le apoyase.

Un hombre que pasaba en su camello vio a lo lejos el fisurado cuerpo de un hombre que ya no tenía fuerzas para luchar por su vida, se apiadó de el y decidió llevarlo consigo. Lo cargó en su camello, y lo condujo al único oasis que había en el enorme desierto.

El oasis era hermoso, era tan bello que cualquiera hubiese dicho que valdría la pena arriesgar la vida en el desierto para poder llegar siquiera a ver el oasis. El hombre del camello tomo el cuerpo apenas con vida de su compañero y lo sumergió en el agua completamente.

Bajo el agua, el hombre podía sentir como gota a gota, la vida volvía a recorrer su cuerpo y nunca se había sentido más feliz.

Así que cuando tuvo fuerzas para ponerse de pié y salir del agua noto que ya se había hecho de noche. Al salir del agua noto la llama de una fogata, se acercó y recorrio el oasis en búsqueda de su salvador, y fue enorme su tristeza cuando al fin comprendió que era el único que habitaba el oasis. Al parecer su anónimo salvador solo le había dejado la compañía del fuego que le ayudaría a soportar la fría noche.

Se tumbó al lado de la fogata y observando cuan bella era y escuchando el crepitar de la madera, cerró sus ojos hasta el día siguiente.

El naranja del amanecer le despertó, aún seguía en la misma posición en la que había cerrado sus ojos la noche anterior. Pero ahora el espacio que había ocupado el fuego de la fogata, lo ocupaba una botella rodeada por un círculo perfecto de cenizas.

Ximena Soto Osorio dijo...

Intentaré acabarlo... No creo que lo haga hoy mismo... Ni siquiera sé si podré hacerlo pronto...
Tampoco estoy segura de continuarlo y darle un final adecuado... Así que si alguna vez tengo un final satisfactorio, lo publicaré aquí, supongo.

Gracias por el cuento... Espero poder continuarlo alguna vez.

Anónimo dijo...

No lo veas como obligación, nisiquiera es una buena historia...

Ximena Soto Osorio dijo...

Sea o no sea buena, no es de mi autoría... Así que es difícil hacerlo bien, por respeto a quien la escribió, digamos.

No lo tomo como obligación... Pero realmente espero poder hacerlo.

Anónimo dijo...

Me arrepiento, por favor, mejor no lo toques

Ximena Soto Osorio dijo...

Está bien, no hay problema con eso, tendrás tus razones, supongo.

Anónimo dijo...

Después de leer el cuento me sentí como bailando en una resbaladiza alfombra surrealista. Esa sensación se agudizó cuando leí los comentarios. :-)

Ximena Soto Osorio dijo...

Jamás había tratado de hacer un cuento tan corto o.o
Me alegra que les parezca que salió bien ^_^ (por lo menos surreal, que eso quería)

Gracias por el comentario, AMO los comentarios :¨P

Tinta con vida

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