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*..*Las imágenes que uso las he tomado de Deviantart. Muchísimas gracias a los respectivos artistas.*..*

"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
~Jean Paul Sartre.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Hacia el último lugar


Lo vió caer, lo vió caer con perfecta claridad, como todos lo habían visto.
Con terrible y real claridad vió como su cuerpo se precipitaba contra el suelo y como la sangre se escurría por su costado. Una herida demasiado grave, demasiado profunda, imposible de sanar.
Todos los allí reunidos lo miraban también, ella pudo notarlo, pero el dolor de ninguno era tan grande como el suyo.
Una carcajada se extendió por la llanura, ella no iba a permitir eso, ella no iba a permitir que esa terrible oscuridad acabara con sus sueños.
Recogió su espada del suelo y montó de un brinco en su corcel.
Nadie parecía verla, mejor así, no la detendrían.
Espoleó su caballo mientras se arrancaba el casco para que su enemigo pudiese ver contra quien se enfrentaba. Su cabello se mezcló en furiosas agitaciones con el viento.
Un grito ahogado salió de la multitud tras ella, no le importaba. Escuchó que la llamaban, le daba igual.
Su rostro estaba tan pálido que parecía que los últimos rayos de sol lo atravesaban. Sus cabellos color del oro se fundían con las últimas luces del día en una danza estática y sus ojos se clavaban en el objetivo con un abrazador odio, tan profundo como ninguno que jamás hubiese sentido.
Así chocó contra esa odiosa criatura y le cercenó la cabeza sin siquiera pestañear.
El monstruo no tuvo tiempo de responder, una arremetida inesperada, llevada a cabo por una mujer. La criatura cesó su risa al instante, pero una mueca de terrible burla quedó fija en la cabeza que rodó hasta las patas de los corceles que aún luchaban con sus jinetes sobre ellos y fué pisoteada sin consideración alguna.
Detuvo su carrera casi con la misma velocidad con la que la inició, su montura protestó, pero ella la ignoró y bajó de un salto. Dando tumbos, casi como un zombie, se arrastró hacia donde yacía su esposo, que aún retenía su último aliento. Estaba cubierto de sangre, sudor y polvo; el cabello azabache se le pegaba a la frente y de la herida de su costado no cesaba de salir sangre.
Giró su cabeza con un esfuerzo salido casi del otro lado de la noche y trató de articular algún sonido.
Ella le puso uno de sus finos dedos sobre los labios que tanto amaba y que tanto extrañaría. Negó con la cabeza, no había necesidad de palabras. Pero había algo más en esos ojos que sondeaban su alma, y ella no pudo evitar empaparse de lágrimas.
Las tinieblas comenzaban a cernirse sobre el campo de batalla a medida que desparecían los últimos rayos de sol avisando la noche.
Él asintió con su cabeza y haciendo uso de sus últimas fuerzas le tomó la mano.
Las lágrimas escapaban de sus ojos y corrían libres por su rostro. Un profundo dolor la invadía en cada rincón de su ser, pero al sentir la mano de su amado sobre la suya, una determinación y una tranquilidad nacidas de la resignación crecieron en ella. Y así desenvainó su puñal.
Con la útima mirada se vió reflejada en las pupilas del amor que traspasaba los muros de la oscuridad.
Él no iba a irse por la espada de un detestable esbirro de la maldad.
Clavó el puñal en el corazón de su esposo sin siquiera un asomo de duda. Lo observó durante un momento y luego cerró sus párpados.
Alzó de nuevo el puñal y lo clavó en su propio corazón.

Se irían juntos más allá de los muros de la vida, al otro lado de la noche, descansarían junto a las estrellas del verano y serían acunados por la Luna, juntos, el uno para el otro, siempre.

2 pensamientos:

Sebastian Villa dijo...

"Una buena muerte honra toda una vida"

Así reza mi familia. Aunque en este caso. Honra dos.

Hemoso. Profundo. Casi mío.

Ximena Soto Osorio dijo...

En algunos casos aquellas decisiones son más necesarias de lo que se supone...

¿Qué caso tiene una vida privado de lo que más se quiere?

Los lazos que se forman pueden llegar a ser de acero o de papel... Y en ocasiones el papael es más fuerte.

Tinta con vida

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