Él se marchó hace algunos días. Aún no regresa.
Me pidió que me fuera, a buscar un lugar en el que la nieve arreciara con menos fuerza. No le hice caso y ahora, que la nieve ya me cubre los talones y se amontona sobre mi gorrito de lana, sigo pensando que no tengo por qué atender a su petición.
La melodía sigue corriendo una y otra y otra vez. Es como un tintineo incesante que se ha vuelto parte de mi alma, aunque sé que proviene de un par de puertas más allá del farol bajo el que estoy de pie.
Lo más difícil de soportar son las noches, porque el eco de la melodía me persigue y se distorsiona, haciéndome ver cosas que a la luz del día no parecen existir. Además, el frío me acorrala con más ímpetu contra el farol que apenas si alumbra algunos pasos. Me aferro a él, pues es del poco calor que me entrega su luz de lo que sobrevivo.
Durante el día lo siento en todas partes y el aroma a café se despierta cada que creo adivinar su sonrisa esperando tras una esquina para sorprenderme y alzarme del suelo de hielo.
...
Sé que me ha pedido que no espere por él... Pero no voy a cumplir su petición.
Porque, aunque no sea para tomarme de la mano y acompañarme a volar, creo en su regreso.
3 pensamientos:
Muy bueno...me gusto mucho ^^
Un abrazo
Att:901
Es un lindo relato, me gusto mucho. El frio siempre me hace pensar en soledad.
901:
Me alegra que te agrade, es del tipo de esos que hice ya hace tiempo y que tantos problemas me causaron entonces, xD
Azha:
Me hace feliz que le echen una miradita al blog y que les guste ^^
Me pasaré por el tuyo y leeré en cuanto tenga un momento largo =)
El frío... Bueno, ¡el frío a veces también es la más hermosa compañía!
Un abrazo, ya nos veremos en el juego ;)
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