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"Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad".
~Jean Paul Sartre.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Se perdió


Hoy vengo a traerles una noticia bastante triste...
A la humanidad se nos perdió la inspiración.
Al mundo se le ha perdido la necesidad de hablar mediante la poesía, se le ha perdido el gusto por el arte, se le ha perdido el gusto por la más pura y simple belleza (hablo de la belleza que representa el sol cuando va a ocultarse, que deja el cielo teñido de hermosos y cálidos colores, y la de la Luna cuando se alza sobre todos en su cenit, con esa perfecta luz de plata. No de esa belleza fría y artificial con la que se visten las mujeres a la moda y con la que se adornan las casas modernas), al mundo se le ha pedido la capacidad de sentir algo más que la necesidad de seguir descubriendo cosas, por muy frías y terribles que sean. Al mundo se le ha perdido, en general, la capacidad de sentir.

Me pregunto... ¿Dónde van a quedar los bosques cuando no haya espacio para esas enormes urbanizaciones residenciales con torres enteras dedicadas a parqueaderos? ¿Dónde van a parar los mares cuando al ser humano le de por no caber en la tierra ya establecida y quiera montar más y más islas de mentiritas? ¿Dónde irán a parar los pájaros cuando las torres comiencen a rasgar el cielo y a invadir cada rincón de su hogar?
Cuando el ser humano dejó de sentir y de ser capaz de admirarse de todo a su alrededor, se convirtió en una roca. Ya no le importa si hay que tumbar lotes enteros para hacer una piscina, cuando aún podemos ir a los ríos y admirarnos de los lagos. Ya no le importa si hay que contaminar absolutamente todo el aire del planeta si puede seguir echandole diesel al carro porque es más barato. Ya no le importa si hay que matar algunas animales por hacerle pruebas a un miserable cosmético para que una de esas grillas cabezahueca se pinte la jeta. Y ¿qué más da si el niño quiere botar la mitad del plato de comida que pidió? Seguramente está muy lleno el pobresito... Eso sí, después puede embutirse de papitas y gaseosa, porque eso sí que no llena.

El problema no es que el ser humano sea descuidado... Porque es que lo es, y con toda la gana. Pero ¿por qué? Es sencillo: porque se le olvidó lo que es sentir. Se le olvido como ver que la Luna y las estrellas pueden embelesar los ojos más que un par de rosas cortadas hace tres días y unos buenos zapatos. Se le olvidó que los oidos disfrutan más con el canto de los grillos y unos buenos acordes que con la estridencia de los carros, las construcciones y los sintetizadores. Se le olvidó que el aire del campo es más fresco y prefiere el carro que tiene aire acondicionado.
Se le olvidó que ver alzarse el sol cada mañana, sentir el viento soplar, escuchar el canto de los pájaros, oler las flores silvestres y probar las frutas recién tomadas de los árboles es mucho mejor que prender el televisor y ver una telenovela, que encerrarse en casa porque fuera está serenando, que poner al desafinado de turno en la radio porque todos lo escuchan, que conectar algún ambientador en la casa para que sea acogedora, que ir al supermercado y comprar alguna fruta madurada con etileno que a fin de cuentas no sabe a nada (en el mejor de los casos) y sólo se ve decente.

Hoy hago una queja informal y les pido a todos que recuerden de que se trata la vida.
No les digo que dejen de lado toda su existencia y se vuelvan unos ermitaños... Sólo les digo que disfruten más de los pequeños detalles y no olviden sentir.
Pueden ver la belleza en cada una de esas pequeñas lucecitas navideñas, en cada árbol que se mece con la caricia del viento, en cada pincelada de una obra de arte tanto como en cada rayita de un dibujo que les regaló su hijo, primo, sobrino, hermanito, de tres años.
Miren más allá de la fachada de la gente, vean más allá de los ojos que los observan todos los días. Encuentren la belleza en las sonrisas reales y la hermosura de las lágrimas que se comparten. No se escondan, no huyan.
No se hagan de piedra... Que la gente de piedra no vale la pena y nos deja sin que admirar y sin donde vivir con ganas.

3 pensamientos:

Sebastian Villa dijo...

Hace mucho, el año de mi graduación, un documental de esos que te cambia la vida (Baraka) me llevó a pensar que "Dios", en otros tiempos, no habria tenido problemas si se tropezara en el cielo y cayera a la tierra. Densas y frescas extensiones de árboles, y suaves mares habrían amortiguado su caída.

Ahora... Ahora moriría apuñalado por los edificios, y con los huesos rotos sobre el asfalto y el hormigón.

Hago caso a tu llamado.

Ximena Soto Osorio dijo...

Me gusta, aunque sea fuerte, tu comentario sobre Dios. Yo también lo creo así.

Aunque seamos poquitos, y nos digan locos. ¿Verdad?

Sebastian Villa dijo...

Siempre.

Tinta con vida

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