Isith

Dejó caer la capucha de su túnica.
Su blanca piel contrastaba con el negro de su capa, pero sus ojos eran aún más azabaches, su cabello entre oro y bronce aún brillaba bajo la luz de la luna.
Con lentitud bajó hasta ponerse a la altura del muchacho.
"Lo lamento... Tuve que hacerlo"
Con lágrimas en los ojos este despreció su abrazo y se apartó con la mirada desorbitada.
La semielfa pudo escuchar pasos a su espalda y se levantó con calma, podia saber quien era, incluso si los demás presentes no lo escuchaban llegar.
"Atyr..." Aún le daba la espalda, su voz sonaba cargada de tristeza en aquella noche de luna menguante.
El elfo le dió la vuelta con brusquedad y la sarandeó.
"Isith! Si acaso puedo llamarte así!" El tono del elfo hería más a la muchacha que cualquier espada "¿Es qué no te importa la vida de los demás, aparte de la tuya propia?"
"Atyr... No es eso... Tú sabes que tenía que hacerlo"
"No! No lo sé, semielfa" -no me llames así, Atyr- rogaba ella para si misma.
"Confía en mi... Por favor" Sus ojos eran suplicantes.
"Ya confié en ti una vez... Mira lo que has hecho"
Isith se dió la vuelta lentamente y pudo ver las pequeñas casas de madera en llamas.

Es sólo un fragmento de... Algo, jejeje. Un escrito, porque aún no sé como definirlo.