Este es un fragmento de "La Guerra de la Lanza", del cuento-poema "Lorac" de Michael Williams. Esta historia hace parte del tercer volumen de la segunda trilogía de los Cuentos de la Dragonlance, ya que aparte de las Crónicas de la Dragonlance, en Krinn han sucedido muchas cosas que bien vale la pena contar.
Lorac es el gobernante mayor de los elfos de Silvanesti, al igual, es mago. Es uno de los pocos seres sobre la faz de Krinn en la época de la Guerra de la Lanza aún recuerda el cataclismo, hace más de 300 años. Durante la Guerra de la Lanza, Lorac trata de usar un Orbe de los Dragones para controlar al gran dragón Cyan Bloodbane, pero su mente no alcanza a dominar al dragón, que lo sume en la hipnosis y convierte sus sueños en terribles pesadillas. Preso durante días, Lorac sueña con la destrucción de su hermoso bosque, y los árboles realmente comienzan a corromperse, los lfos se marchan. Lorac deberá esperar la ayuda de los Héroes de la Lanza y de su propia hija para salir del control del poderoso dragón. Pero gracias a esto, los Héroes se ven envueltos dentro del sueño de Lorac, del que podrían no salir con vida.
Fragmento de "I"
El mundo de la mente
es un bosque de sendas,
es una noche intrincada
de intenso verdor,
donde lo mejor y lo peor
se entremezclan y se dispersan
como una luz distante
en la faceta de una esmeralda,
como una chispa en el seno
de los mares rendidos.
Y, sí, siempre así,
pues en ese mundo ronda el fantasma
de antiguas supocisiones,
y, sin que importen las historias,
sin que importen los rumores
de leyenda y magia
que te iluminan a través
de la cortina de años,
enredado en la mañana de tu yo
acabas por creer
que la historia se trenza
en las venas de tus dedos,
que teje todo propósito,
todo perdón e injuria,
que recupera la sangre
consumida y verosímil,
hasta que, finalmente, es un acto de fé,
inventas la historia
basándote en los rumores,
en el viejo melandro
de aliento y olvido,
y entonces dirás,
más allá de verdad y fé:
esto es lo que significa,
lo que significó siempre,
desde el principio del mundo
y hasta el fin de los tiempos.
Lo que ya sabía. Nada más.
Tal vez era amor
en las torres del pensamiento,
en las guaridas de la Alta Hechicería
en la elevada doctrina
de luna, conjuro y convergencia;
donde los dragones se dispersaban
y el Príncipe de los Sacerdotes se cernía
sobre los ciegos tumultos
de dogma y fanatismo.
Tal vez era amor...
Lorac es el gobernante mayor de los elfos de Silvanesti, al igual, es mago. Es uno de los pocos seres sobre la faz de Krinn en la época de la Guerra de la Lanza aún recuerda el cataclismo, hace más de 300 años. Durante la Guerra de la Lanza, Lorac trata de usar un Orbe de los Dragones para controlar al gran dragón Cyan Bloodbane, pero su mente no alcanza a dominar al dragón, que lo sume en la hipnosis y convierte sus sueños en terribles pesadillas. Preso durante días, Lorac sueña con la destrucción de su hermoso bosque, y los árboles realmente comienzan a corromperse, los lfos se marchan. Lorac deberá esperar la ayuda de los Héroes de la Lanza y de su propia hija para salir del control del poderoso dragón. Pero gracias a esto, los Héroes se ven envueltos dentro del sueño de Lorac, del que podrían no salir con vida.
Fragmento de "I"
El mundo de la mente
es un bosque de sendas,
es una noche intrincada
de intenso verdor,
donde lo mejor y lo peor
se entremezclan y se dispersan
como una luz distante
en la faceta de una esmeralda,
como una chispa en el seno
de los mares rendidos.
Y, sí, siempre así,
pues en ese mundo ronda el fantasma
de antiguas supocisiones,
y, sin que importen las historias,
sin que importen los rumores
de leyenda y magia
que te iluminan a través
de la cortina de años,
enredado en la mañana de tu yo
acabas por creer
que la historia se trenza
en las venas de tus dedos,
que teje todo propósito,
todo perdón e injuria,
que recupera la sangre
consumida y verosímil,
hasta que, finalmente, es un acto de fé,
inventas la historia
basándote en los rumores,
en el viejo melandro
de aliento y olvido,
y entonces dirás,
más allá de verdad y fé:
esto es lo que significa,
lo que significó siempre,
desde el principio del mundo
y hasta el fin de los tiempos.
Lo que ya sabía. Nada más.
Tal vez era amor
en las torres del pensamiento,
en las guaridas de la Alta Hechicería
en la elevada doctrina
de luna, conjuro y convergencia;
donde los dragones se dispersaban
y el Príncipe de los Sacerdotes se cernía
sobre los ciegos tumultos
de dogma y fanatismo.
Tal vez era amor...