la lágrima más hermosa de las alguna vez caídas.
Y se lamenta el sol el no poder recibirla entre sus brazos
pues no se lo permiten ni la aurora, ni el ocaso.
Y quedan atrapados en el giro del tiempo
las sonrisas que la Luna le regala
al sol que tristemente su cintura abraza.
Y quedamos atrapados en los sueños inconclusos
los que alguna vez amamos
y nos deshicimos y nos reinventamos y nos deshojamos
con la sutil caricia del viento y de su llanto.
Así el veneno se extiende entre mis brazos
para asirse, velozmente, de tu boca ahora entreabierta
dispuesta hacia los besos que terminan por ahogarla
entre gemidos apagados
por el dolor desenterrado.