Para perder un sueño,
me tengo a mí.
Me basta con un reflejo,
con la imposibilidad
que crea la distancia,
el desasosiego.
Para llorar la noche,
me tengo a mí.
Me basta con ver el cielo,
la Luna brillando sobre los techos,
herida y atrapada para siempre
en la tormenta de su desdicha.
Para correr la vida,
me tengo a mí.
Una sonrisa inquieta,
una mirada esquiva,
una palabra muda,
una esperanza furtiva.
...
Innecesaria es, entonces
la pérfida mentira
escondida en la sonrisa
de un alma ya podrida.
2 pensamientos:
Buen escrito.
Sigues siendo la hermosa mujer bajo esa armadura de roca.
Te dejo un abrazo.
Att: 901
Un abrazo para ti también.
Y una sonrisa.
¡Gracias! Te quiero.
Publicar un comentario