Las nubes se encargaron de borrar el calor
del vino que reposaba
trémulo
en la copa
sobre la mesa
junto a mi temor.
La noche se encargó de hacerme olvidar
el semblante que en tu rostro se anidaba y despertaba
aún
la luna color ámbar
y las estrellas de lágrimas de plata.
La risa no cesó ni un segundo en mis oídos
mientras tú te deshacías de tu ropa
y te aferrabas a mi boca
yo buscaba en la ventana
un escape de esta vida triste
mundana
y una entrada a la mañana
aferrándome
como una tonta
siempre
a tu boca.
1 pensamientos:
Me quedo con la última estrofa.
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