Sueños a mar abierto
engullidos por la noche,
habitantes de naufragios
y navíos extraviados
en el sol.
Nos hacemos marineros o pastores
para que nos devoren, las historias
contadas por las nanas,
antes de irnos a la cama.
Saltan entonces las canciones
y corren a las olas, las ovejas
para que las arrastre, la marea
junto a penas y promesas.
Y me queda el corazón ligero
cuando es tu voz solo murmullo
elevado con la brisa al viento
y consumido con apremio
por el tiempo.