Se me hacen ajenos el papel y la tinta. Ya no se siente lo mismo escribir en la noches, ni las noches mismas. Mis palabras son torpes, han quedado atrapadas en algún lugar entre el alma y mi cuerpo y se han muerto, allí acurrucadas se han vuelto de piedra, no escapan ni lloran, esperan y callan.
En su ausencia agonizan los sueños y se olvidan los cantos, mi voz se pierde en la bruma y no apaga tu llanto.
Y la soledad me da vueltas y se pregunta tu nombre. Se pregunta y responde entre lamentos y amores, a qué juegas entonces cuando mis ojos no alcanzan, cuando te pierdo en la niebla y mis labios no bastan, cuando el camino es incierto y tus demonios no callan, cuando en las noches dormidas ya no te encuentras y escapas.